La Reforma Tributaria de Noboa

El presidente electo Daniel Noboa ha anunciado que apenas se posesione del cargo enviará a la Asamblea Nacional un proyecto de ley económica urgente con una nueva reforma tributaria y fiscal. Será la enésima reforma tributaria en el Ecuador, al punto que la Ley Orgánica de Régimen Tributario Interno es un palimpsesto normativo que aterroriza cualquier intento codificador. La mejor forma de entender lo errático del comportamiento de la política fiscal y tributaria ecuatoriana es ver la cantidad de artículos innumerados que, año tras año, se incorporan a la LORTI.

El gobierno entrante lleva prisa, pues para que las reformas impositivas entren en vigencia deben aprobarse antes del 31 de diciembre. De hecho, mientras usted lee este artículo el equipo económico del nuevo régimen debe estar redactando el proyecto.

Mucho se ha especulado estos días sobre la iliquidez de la Cuenta Única del Tesoro y el hecho de que la carga salarial de diciembre es superior al dinero que el Estado tiene en caja. En otras palabras, no hay dinero para pagar los sueldos y el sobre sueldo de diciembre. Para poder cumplir con el pago de salarios en la función pública: burocracia central, personal sanitario, docente, militar, policial y justicia; al gobierno de Daniel Noboa le quedan dos caminos: un préstamo urgente o repatriar las reservas; ya que cualquier efecto recaudador de la reforma legal que mande a la Asamblea Nacional, verá sus frutos recién en el primer trimestre del 2024.

Muchos analistas han visto poco viable un préstamo urgente de organismos multilaterales de crédito como el FMI; más aún si tomamos en cuenta que esos recursos irían a la vena del gasto corriente (salarios). Por esta razón, lo más viable parece ser una reforma a la ley que permita repatriar la reserva internacional del Ecuador que se encuentra en bancos europeos. No hay que olvidar que por una reforma legal casi ordenada por el FMI a finales del gobierno de Lenin Moreno, no se pueden traer al país las reservas.

La reforma de Noboa debería girar, al menos, en torno a los siguientes ejes:

a) Repatriar las reservas internacionales;

b) Crear un impuesto extraordinario al patrimonio de personas naturales y jurídicas no financieras;

c) Crear un impuesto extraordinario a las instituciones del sistema financiero;

d)Amnistía Tributaria.

Traer las reservas le dará liquidez al gobierno en diciembre; pero no resuelve el problema de la iliquidez del primer trimestre del próximo ejercicio fiscal (hasta que comience a recaudar el impuesto a la renta en abril del 2024). Por esta razón, me parece que debería incluir un impuesto extraordinario a los activos financieros y no financieros. En este punto hay que tener claro que no se puede ni debe golpear a una pauperizada clase media y que, por ende, este impuesto debe tener una base imponible alta. La idea es que los grandes patrimonios de este país tributen. 

Un punto en el que hay que hacer énfasis es que las instituciones del sistema financiero nacional y de los segmentos más grandes de la economía popular y solidaria (cooperativas de ahorro y crédito) han tenido significativas utilidades desde el cambio de modelo económico y la desregulación iniciada el año 2017. Los bancos, las tarjetas de crédito y las cooperativas llegaron a burlar la prohibición legal del anatocismo de la siguiente manera: Juan debía al banco A la suma de cien mil dólares. Durante la pandemia no pudo pagar el crédito y al capital se sumaron intereses de mora y costos de cobranza. En vista de que la ley prohíbe cobrar interés sobre interés, el banco A se inventó el mecanismo perfecto para hacerlo. El banco A prestaba a Juan el valor para pagar la deuda (capital más intereses) y sobre ese nuevo crédito ponía una nueva tasa de interés. La deuda de Juan, que al principio era cien mil, se transformó en doscientos mil y nadie hizo nada para evitar el delito de anatocismo que cometió flagrantemente el sistema financiero ecuatoriano.

Este es el motivo (además de que muchas instituciones del sistema financiero se hacen de la vista gorda frente al lavado de activos) para que actualmente exista la paradoja de que frente a un Estado seco hay un sistema financiero que se encuentra con sobre stock de liquidez. Los bancos no han colocado créditos, al menos en el último semestre, con el pretexto de las elecciones anticipadas y el fenómeno de El Niño.

Más allá de que el nuevo gobierno debe ser duro con penalizar lo que hizo la banca privada al cobrar interés sobre interés a los deudores, sin tenerles ninguna piedad post pandemia, debe cobrarles un impuesto extraordinario a sus ganancias. 

Lo de la amnistía tributaria, parece ser otra opción para recaudar de los grandes grupos económicos, de los que siempre caen en morosidad justo esperando la siguiente amnistía. Es lo que hay. Las necesidades de recaudar lo que se pueda no dejan más opción al nuevo gobierno. Queda el mal sabor de boca de que el presidente Noboa amnistíe a su propio grupo familiar; será interesante ver como resuelve ese dilema ético.  

Hasta aquí la ortodoxia tributaria pura y dura. El pan nuestro de cada crisis fiscal ecuatoriana. Ahora bien, si Noboa quiere recaudar con justicia, debería crear un impuesto a la expatriación de capitales de los grupos económicos y financieros que lo hayan hecho desde el 2017. Es justo que se cobre un impuesto a quienes, luego de obtener beneficios de la renta nacional incluso durante la pandemia, sacaron el dinero de sus utilidades hacia paraísos fiscales. Así como debería premiarse con incentivos tributarios la reinversión efectuada desde 2017.

Otro tema a tratarse en la reforma de Noboa, y en consonancia con el sobre stock de dinero que tiene el sistema financiero, es la cuestión de las tasas de interés y auditar los valores cobrados por “gestión de cobro”. Desincentivar la especulación financiera bajando la tasa de interés pasiva; y fomentar la colocación de créditos en el aparato productivo, bajando la tasa de interés activa.

No debemos sorprendernos si el FMI y el sistema financiero ponen a hablar a sus loros vestidos de analistas económicos para evitar que la reforma tributaria de Noboa toque sus enormes ganancias, abusos y privilegios.   Si Noboa entiende el problema de fondo, su reforma será audaz, redistributiva y justa con quienes han padecido la crisis. Si no lo entiende y quiere subir el IVA o gravar los patrimonios de la clase media, tendrá un febrero de enorme convulsión social.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *